viernes, 3 de octubre de 2014

Lírica culta en el siglo XV. Los cancioneros.


A lo largo del siglo XIV se producen cambios significativos en la poesía de la Península. En torno al 1300, por un lado, los poetas cultos utilizan el gallego-portugués para sus composiciones líricas, y, por otro, los cantares de gesta atraen a las masas populares. Sin embargo, una vez que nos acercamos al año 1400 observamos cómo la épica empieza a entrar en declive para dejar paso al auge de un género épico-lírico nuevo: el romance. Aparte, los poetas cultos empiezan a emplear mayoritariamente el castellano.
Por tanto, en el siglo XV triunfan los romances entre la poesía popular, y en la culta se cultiva la poesía de cancionero, heredera de la poesía provenzal de la Alta Edad Media. La poesía del siglo XV se caracterizará, ante todo, por la gran cantidad de poetas que han dejado huella.
En el plano histórico, el siglo XV marca el paso de la Edad Media a la Edad Moderna con los primeros atisbos de interés, entre las clases letradas, por el Humanismo, movimiento cultural procedente de Italia en el que la recuperación de los clásicos y el estudio de la Antigüedad, la moral y la historia ocupan el lugar central. 

La poesía de cancionero
La poesía de los trovadores, que se produjo a finales del siglo XI y en el siglo XII en la Provenza, es una de las bases primordiales de la lírica occidental durante la Edad Media y el Renacimiento. La herencia de esta lírica trovadoresca se había desarrollado en la Península en lengua gallego-portuguesa entre el siglo XIII y mediados del XIV. Desde fines del siglo XIV la poesía culta utiliza el castellano, y surge lo que se conoce como poesía de cancionero (llamada así, cancioneril o de cancionero, porque se ha conservado en varias recopilaciones que reciben este mismo nombre: el Cancionero de Baena (h. 1445), el Cancionero de Estúñiga (h. 1463) o el Cancionero musical de Palacio).
La poesía cancioneril florece en torno a las cortes de los nobles y reyes y va destinada a lectores y oyentes cultos. Es en estas circunstancias en donde empieza a fraguar el ideal de caballero experto en letras y armas, y que tendrá su máximo auge en pleno Renacimiento.
Pero los cancioneros no solo recogerán poesía culta; también habrá muestras abundantes de lírica tradicional, bien anónima, bien recogida por autores conocidos, bien reelaboraciones de autores cultos imitando el estilo de la lírica tradicional.
En cuanto a los temas, los poetas cortesanos tratan temas de amor, de muerte, de burlas o de tipo mundano (poesía de circunstancias, de alabanza...). Pero, más que expresar sus sentimientos, los poetas lo que buscarán es lucirse en los salones exhibiendo su ingenio mediante un empleo artificioso del lenguaje.

El concepto del amor en los cancioneros
Sigue en su mayor parte de la influencia de la tradición trovadoresca de origen provenzal. El amor refleja las convenciones del amor cortés, un amor que es concebido como un servicio en el que el caballero está sujeto al dominio de la dama. 
Escrita desde un punto de vista masculino, el proceso amoroso estaba integrado por cuatro situaciones fundamentales: el tímido (fenhedor), el suplicante (pregador), el enamorado (entendedor) y el amante (drutz). Si bien en la literatura castellana predominan únicamente las primeras situaciones sin que llegue a su conclusión final, dadas las condiciones de vida de la sociedad castellana de la época. 
En general, el código amoroso cortesano define un comportamiento estereotipado:
1-El poeta-amante se consagra por completo a una dama sin poder hacer nada por evitarlo: a esta situación se le llama vasallaje (la dama era el senhor).
2- El vasallaje de amor ennoblece al amante.
3- La dama es de clase superior. Suele ser casada y, por tanto, inalcanzable (aunque suele ser una situación más de la lírica provenzal que de la castellana). El amor se convierte en osadía.
4- La dama no corresponde al amante: surge el tópico de la amada-enemiga (cruel e indiferente).
5- La dama es un ser angelical (donna angelicata): en ella residen todas las perfecciones, es una obra maestra de Dios. Se construye así la religio amoris (adorada como Melibea en la Celestina).
6- Se oculta el nombre de la dama, bajo un seudónimo o senhal, para evitar calumnias. El poeta debe ser discreto. 
7- El mayor dolor del amante es el dolor por no poder ver a su amada. La imposibilidad de lograr un final feliz hace al poeta perder su prudencia y cordura (enajenación del amante).

Poesía de carácter moral y elegíaca
El otro eje temático fundamental de la poesía cancioneril son las composiciones de tipo moral. En ellas el motivo más frecuente es el desprecio de los bienes materiales, que incitan al mal e impiden la salvación. Se apela entonces a la virtud y se plasma la ética de Aristóteles que defiende la búsqueda del justo medio, la dorada medianía (aurea mediocritas).
Elementos básicos que también aparecen en la poesía moral son: el tiempo, la fortuna y la muerte. Esta última aparece como inevitable, amenazadora e igualadora. El sentimiento de congoja y angustia ante la muerte da pie a muchas composiciones elegíacas, en las que se expresará un dolor personal, contenido, de tristeza y melancolía. La más célebre de estas composiciones será: Las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.

Aspectos métricos
En cuanto a las formas métricas, en la poesía cancioneril nos encontramos fundamentalmente con dos tipos de versos:
1- Arte menor o verso corto. Predomina el octosílabo con rima regular y consonante. A veces se combina con el tetrasílabo (coplas de pie quebrado). Este verso corto lo encontramos en poemas líricos de temas amorosos, en canciones y decires líricos.
2- Arte mayor o verso largo. Predomina el dodecasílabo. Lo encontramos en la poesía narrativa. Los temas más usuales son los moralistas, didácticos y doctrinales. Son poemas extensos, sobre todo los decires narrativos. 

Géneros
Los géneros más importantes de la poesía cancioneril son la canción y el decir. 
La canción: Tiene sus antecedentes en la poesía provenzal. Es un poema lírico, breve y de tema amoroso principalmente. La canción la constituye una cabeza de 4 versos o más y que contiene el motivo (suele ser una redondilla). Sobre ella vuelve el desarrollo de las partes siguientes, de tal modo que el conjunto de la poesía representa una glosa de esta cabeza. Esta continuación son: una mudanza o variación, que suele ser también otra redondilla, con rima diferente a la usada en la cabeza; y una vuelta, que vuelve a adoptar la disposición métrica de la parte inicial. La canción se expresa en verso corto o de pie quebrado.
El decir: A diferencia de la canción, se destina a la lectura. Consta de un número indeterminado de estrofas o coplas. Existen decires narrativos y decires líricos, este último suele tener un contenido religioso y amoroso, y concluir con una finida, una semiestrofa final de entre 2 y 4 versos.
Aparte de la canción y el decir, existen otros géneros muy habituales como el mote, la glosa, la esparza y la invención o letra de invención.

Estilo de la poesía cancioneril
Formalmente, el rasgo fundamental de la poesía de cancionero es el conceptismo: una expresión sintética e ingeniosa basada en la dialogía, el juego de palabras, el poliptoton, la derivación y la antítesis. Esta última expresa en muchos casos el carácter contradictorio de la relación amorosa, donde se aúnan el placer y el dolor, la razón y la pasión, la vida y la muerte. 
Los poemas están llenos de recursos retóricos, en un gusto por los procedimientos que la retórica medieval consideraba difíciles (ornata difficilitas). Destacan la predilección por la alegoría, la metáfora y el símil. En ellos se da un repetido empleo de ciertas imágenes de carácter religioso, bélico, caballeresco y vasallístico. Así, en los poemas la dama aparece como fortaleza inexpugnable y sus ojos son saetas que hieren al amante. También se hace referencia a las armas alegóricas del amor, así como a las cadenas y cárceles amorosas ("Pero bien me plaze, ssy me enbiades/firmado e sellado el vestro seguro,/ que en carcel de amor non me pongades,/nin me aprisionedes en su alto muro", Micer Francisco Imperial).

Principales autores
Los principales poetas cancioneriles son el marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique.
Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398-1458): Fue un noble importante que intervino de forma activa en la vida política del reinado de Juan II, pero al que le importaban también los estudios y las letras.
Escribe poesía siguiendo los dos registros formales de la poesía de cancionero, es decir, en verso corto, especialmente recordado por sus serranillas, y en verso de arte mayor. Compone 42 "sonetos fechos al itálico modo", aunque sin conseguir la aclimatación del verso endecasílabo.  

Juan de Mena (1411-1456). Hombre de la corte de Juan II, en su obra sigue la moda cortesana del amor cortés, siendo sus poemas más importantes los que siguen la corriente italianizante.
Su poema principal es el titulado Laberinto de Fortuna. Poema alegórico, se inspira en la Divina Comedia de Dante, en el que se narra la visita del poeta al palacio de la Fortuna. En ella el poeta pretende enseñar a los castellanos que hagan realidad su destino a través de la virtud y el valor. Está escrita en coplas de arte mayor. 

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